La música y el canto son esenciales en toda fiesta humana, y también en nuestras celebraciones litúrgicas. No son un mero adorno, “para que la celebración salga bonita”, sino que son oración hecha música, palabra cantada. “Cantar es orar dos veces”, afirma un dicho tradicional de la Iglesia.   Con razón, afirma san Agustín en un famoso sermón: «El hombre nuevo conoce el cántico nuevo. El cantar es función de alegría y, si lo consideramos atentamente, función de amor». El Pueblo de Dios reunido para la celebración canta las alabanzas de Dios.

La música folclórica forma parte del alma de nuestro pueblo y durante septiembre tiene un sentido muy especial, pero no es el valor supremo. El valor supremo de todo pueblo es el misterio de Cristo. 

Este sábado 13, los jóvenes realizaron una celebración especial, una hermosa misa a la chilena, vestidos de trajes típicos con la alegría y entusiasmo que siempre los caracteriza.