Bautismo

Jesús le contestó: «En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. (Juan 3:5)

Jesús envió a sus Apóstoles a predicar y bautizar a todas las gentes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Por el bautismo quedamos constituidos en hijos de Dios, miembros de la Iglesia y herederos del cielo incorporados a Cristo.

Cristo murió por nosotros y debemos morir al pecado y resucitamos con él a una nueva vida.  El bautismo borra el pecado original y todos  los pecados.  Al recibir el bautismo el alma se reviste de una hermosura muy agradable a Dios que es la gracia santificante.  Por el bautismo todos los cristianos participan en cierta medida del sacerdocio de Cristo.  Por el bautismo Dios nos da, principalmente, las virtudes cristianas y los dones del Espíritu Santo.

Las virtudes que nos unen directamente a Dios son la Fe, la Esperanza y la Caridad.

Por la Fe creemos en Dios y en lo que la Iglesia enseña.

Por la Esperanza confiamos que Dios nos dará los medios para observar una vida cristiana y alcanzar el cielo.

Por la Caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.